domingo, 21 de septiembre de 2008

La piratería en el Perú: ¿problema o necesidad?

(artículo escrito en febrero del 2007 en la PUCP)





En los últimos años hemos visto desfilar por las pantallas de cine y televisión diversas pautas publicitarias defendiendo los derechos de autor y exhortando a los espectadores a no consumir productos ilegales. Es que la piratería es un fenómeno con el que los peruanos nos hemos acostumbrado a convivir, y que ya forma parte de nuestra cotidianeidad.

Según estimaciones oficiales, la piratería causó perdidas de 98,5 millones de dólares en el 20041, y de 98,6 millones en el 20052. Pero, ¿hasta qué punto estas estimaciones son correctas? Que la piratería represente tales cantidades en pérdidas significa necesariamente que sin productos piratas los consumidores comprarían productos originales y esos 98,6 millones se convertirían en ganancias para el Estado. ¿Esto es realmente así? Existen motivos para pensar, no sólo que tales cifras no representan necesariamente un déficit en los ingresos fiscales, sino que la piratería en el Perú más que un problema representa soluciones indispensables. A continuación analizaremos las razones por las cuales este fenómeno se presenta como una alternativa eficaz para los compradores peruanos.

En primer lugar, debemos dejar de lado el hecho de que la piratería constituye un delito. Las leyes así lo estipulan y no podemos hacer nada al respecto. Pero independientemente de eso, la piratería no es otra cosa que una opción más dentro del mercado. Es parte de lo que se suele llamar el sector informal, y, como tal, es una de las ramas de lo que Hernando de Soto reconoce como “un camino de solución al problema del subdesarrollo”3.



En países como el Perú –dice de Soto- el problema no es la economía informal sino el Estado, pues sólo con poder político y económico se puede acceder al privilegio de la legalidad. Dentro de este contexto, la economía marginal se presenta como una verdadera opción, pues ha demostrado ser más productiva en sus empresas y mercados que el propio Estado. Así, la piratería, como parte de este mercado informal, debe ser considerada válida frente a la falta de alternativas legales.

Precisamente, la falta de opciones es el segundo elemento que debemos considerar. Hace algunos años, Daniel F, músico y cantante de la banda Leusemia, la más importante del rock “subterráneo” peruano, dijo en una entrevista que “la piratería es lo único que nos salva de la ignorancia”4. Tal vez pueda parecer exagerado, pero debemos rescatar de esta afirmación un hecho que no podemos pasar por alto: sin la piratería, más de la mitad de la población (los pobres representan el 51,6 %5) perdería totalmente su acceso a la música, al cine, a los libros y al software, y siendo éstos elementos culturales indispensables y, sobre todo los dos últimos, esenciales para la educación, de pronto aquellas declaraciones comienzan a parecer más acertadas.

En efecto, nadie puede negar que la piratería acerca a los consumidores con poco poder adquisitivo a productos que de otra manera estarían completamente fuera de su alcance. El software legal, por ejemplo, no sólo tiene un precio muy elevado, sino que resulta difícil conseguir información sobre licencias, incluso para personas con acceso a Internet (visitamos la página de Microsoft, por ejemplo, sin poder conseguir los precios de licenciamiento). La preventa de la nueva versión de Office, comprándola a través de Internet, cuesta 139.99 dólares6. En otras palabras, ese software estaría costando casi la mitad de lo que cuesta una computadora nueva en las galerías Wilson (las cuales constituyen el principal punto de venta de computadoras, hardware y software pirata en Lima). Si a esto le agregamos la necesidad de los estudiantes, especialmente universitarios, de conseguir libros actualizados, que en muchos casos resultan inaccesibles, ya sea por el precio o por la falta de disponibilidad, la piratería resulta siendo una vez más la única opción viable para millones de peruanos.



El precio es, como vemos, un factor determinante para el comprador al momento de elegir un producto ilegal. Resulta curioso, por eso, que, al menos en el caso de la música, aquellos que participan más activamente en las campañas contra la piratería, sean aquellos músicos, que poco han hecho para reducir sus precios. El citado Daniel F, junto a otros abanderados músicos subterráneos como Rafo Ráez, así como las bandas nuevas de la misma corriente, suelen vender sus discos en precios que van por lo general entre los quince y veinte soles, sin que eso signifique menos ventas (en diciembre de 2004, la banda Leusemia lanzó su disco “Hospicios” a un precio de diez soles, superando las diez mil copias vendidas sólo en la primera semana)7. Algunas bandas de la rama “comercial”, como Libido o TK, buscaron estrategias similares, vendiendo sus discos a quince soles y distribuyéndolos incluso en quioscos de periódicos.

Sin embargo, bandas como Mar de Copas, a cuya agrupación pertenece Manolo Barrios, uno de los principales voceros de la antipiratería, acostumbran cobrar 27 soles por disco8, y las entradas a sus conciertos pueden llegar a costar treinta y cinco soles. No se les puede culpar por eso, es su negocio y funciona de acuerdo a las leyes del mercado. Pero, por lo mismo, tampoco se puede culpar a los compradores, que valiéndose de las mismas reglas, prefieren pagar tres soles por disco. De todas maneras, algo deben agradecer las bandas de ambas corrientes a la piratería: la publicidad y distribución de su música. De esta forma, las verdaderas ganancias están representadas por las presentaciones en vivo. Los artistas de música vernacular, como Dina Páucar, por ejemplo, concentran todo su esfuerzo comercial en los conciertos y en la venta de bebidas alcohólicas en los mismos, obteniendo importantes ingresos que sí les permiten vivir de la música. Paradójicamente, puede resultar más difícil de lo pensado conseguir discos originales de estos artistas, pues es a través de la piratería que se distribuye su música y se dan a conocer.

Finalmente, los detractores de la piratería acusan a ésta de haber acabado con importantes empresas como Blockbuster. Es importante notar que si una transnacional tan importante como la nombrada no se pudo hacer un lugar en el mercado peruano se debe principalmente a los mismos problemas citados anteriormente, y no se le puede echar la culpa a nadie más que a ellos mismos, que no supieron diseñar una estrategia de posicionamiento en el mercado que tomara en cuenta la realidad de ese mercado que se pretendía penetrar. No cualquiera podía darse el lujo de alquilar una película, de pagar quince soles por un video que sólo podía retener por dos días, y mucho menos pagar treinta o cuarenta dólares por un DVD original de los que se ofrecían ahí. A esto, además, hay que sumarle el hecho de que la oferta de títulos era muy limitada. La otra alternativa era la compra por Internet – a la que no todos tienen acceso- a un precio de aproximadamente doce dólares, sin contar gastos de envío. Nuevamente, el precio de tres soles ofrecido por el mercado pirata resultaba más tentador.



La quiebra de Blockbuster se produce, según Luis Lama, columnista de la revista Caretas, porque “no supo adaptar su oferta a la evolución del mercado”. Cuando llegaron al Perú, la piratería ya existía, tal vez no en las dimensiones actuales, pero se podía acceder fácilmente a sus productos. Entraron a nuestro mercado a competir con la piratería –su único competidor importante, además- y en ese juego de ofertas y demandas, perdieron. El mismo Lama lanza una afirmación que bien podría servirnos de conclusión: “hoy es prácticamente imposible eliminar la piratería, cuando no hay nada que permita contrarrestarla”.

Como vemos, al no haberse producido ningún intento audaz e inteligente para contrarrestar los problemas típicos de sociedades con poco poder adquisitivo como la nuestra, la piratería se presenta como una opción totalmente válida dentro del mercado de productos. El excesivo precio de los productos originales, y la falta de políticas de Estado, permitieron la aparición de un fenómeno que poco a poco se fue convirtiendo en un medio indispensable para muchos consumidores, sobre todo teniendo en cuenta la necesidad de la población de acceder a productos culturales y educacionales, la falta de alternativas reales y la poca iniciativa de sus competidores. Y, de otro lado, se convirtió en una fuente de ingresos para un importante sector de la población, el de la economía informal, que encontró en esta actividad la posibilidad de un subempleo ante la imposibilidad de la economía formal de incorporarlos.

La piratería, muy aparte de que constituya un delito, se presenta así como la posibilidad de acceder a productos que comúnmente estarían negados a la mayoría de peruanos, y en fuente de ingresos para otros miles. Fueron sus mismos detractores, los productores legales y el Estado, los que crearon la necesidad de recurrir a este medio, y son ellos los que deben empezar a reconocer cierta validez en este fenómeno, para poder plantear soluciones que resulten verdaderamente eficaces.

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1 RPP Noticias.
2005 “Perú: piratería deja pérdidas por US$ 98.5 millones en el 2004”. [en línea] RPP Noticias. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://www.rpp.com.pe/portada/nacional/7789_1.php>

2 RPP Noticias
2006 “Piratería provocó pérdidas en Perú por más de USD 98 millones”. [en línea] RPP Noticias. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://www.rpp.com.pe/portada/economia/50405_1.php>

3 DE SOTO, Hernando. El Otro Sendero

4 2005 “Por los 20 años” entrevista a Daniel F. [en línea] Un Lugar. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://leusemia.almadark.com/2005/09/09/por-los-20-anos>

5 INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA E INFORMÁTICA (INEI)
2005 “Pobreza se reduce en los últimos cuatro años”. [en línea] INEI. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://www.inei.gob.pe/web/NotaPrensa/Attach/6001.pdf>

6 AMAZON.COM
Consultado el 21 de enero de 2007. <
http://www.amazon.com/gp/product/B000HCZ8EO/ref=amb_link_4115712_2/002-4090234-8068027>

7 VADILLO VILA, José.
2005 “Pogo sinfónico”. [en línea] Diario Oficial el Peruano, Viernes 18 de febrero de 2005. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://www.elperuano.com.pe/edc/2005/02/18/spt_.asp>

8 GJ RECORDS
Lista de Precios de CDs. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://www.jgrecods.tk/>

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