martes, 7 de octubre de 2008

Dina Páucar: La Lucha por un Sueño




La miniserie sobre la vida de Dina Páucar sorprendió a muchos por su enorme acogida, alcanzando picos de cuarenta puntos de rating, desplazando al hasta ese entonces invencible programa de Magaly Medina. Pero lo cierto es que no se trata de un fenómeno aleatorio o casual. A propósito del estreno de la continuación de la miniserie, vale la pena analizar el por qué de semejante éxito y los procesos sociales que están detrás.

A nuestro parecer, el éxito de la serie se debe a dos factores fundamentales. En primer lugar, tiene que ver con el personaje, Dina Páucar, un personaje emblemático y con mucho arraigo entre las clases populares. Es fácil imaginar que cualquier producto audiovisual sobre esta mujer será bien recibido por sus miles de fanáticos. La prueba está en que el día del estreno la serie alcanzó los treinta puntos de rating sin necesidad de demasiada publicidad.

Pero por otro lado, un personaje con esa historia de vida, independientemente de quién sea, es una historia muy “televisable”. Es una vida marcada por el drama, momentos duros, pero también por momentos buenos, éxitos y un final feliz. Probablemente, si la serie hubiera tenido otro nombre y viniera de México, sus realizadores no hubieran tenido ningún problema para vendérsela a algún canal local como una nueva telenovela.

Sin embargo, no basta haber dicho esto para explicar el éxito de esta producción. Si hemos mencionado la historia, es porque creemos que ese es el punto clave para empezar nuestro análisis. La vida de Dina Páucar se encuentra bien resumida por el título de la serie: “La lucha por un sueño”. Se trata de la historia de una muchacha provinciana que emigra a Lima en busca de mejores oportunidades. Una vez ahí debe buscar la forma de salir adelante probando con diferentes empleos y no dejándose vencer por las situaciones adversas, que en su caso son muchas. Pero al final, todo su esfuerzo se ve recompensado, pues su sueño de convertirse una cantante famosa se vuelve realidad. Un final de cuento de hadas con la ventaja de ser una historia real.


Dina está encarnando así la vida y los sueños de miles de jóvenes que, al igual que ella, llegaron a la capital en busca de las oportunidades que no les ofrecía su pueblo natal. Pero, además, y esto es tal vez lo más importante, Dina Páucar encarna la esperanza de que también para ellos pueda existir un final feliz. Podríamos decir, entonces, que Dina es el símbolo de de “el sueño provinciano”.

Hasta ahora hemos esbozado el por qué Dina Páucar es un fenómeno cultural tan importante. Pasemos ahora a analizar por qué la serie fue un canalizador tan exitoso de esa popularidad. No creemos que se trate simplemente de una consecuencia directa del éxito musical de Dina. Consideramos que, socialmente, hay otras cuestiones sobre las cuales discutir.

En primer lugar, tenemos la música. Hay una relación directa entre está identificación de los jóvenes migrantes que ya hemos mencionado, con la música que hace Dina. Wilfredo Hurtado, en su análisis de la música chicha dice que “como producto de la migración se originaron nuevas formas culturales como la música chicha y el nuevo huayno, que perfilaban los avatares de la asimilación a los desafíos de la gran ciudad”.[1] No estamos hablando aquí de una identificación por vivencias semejantes, sino a través de una nueva forma de expresar sentimientos comunes. Se trata de nuevas formas culturales y específicamente musicales, creadas a partir de este encuentro entre lo urbano y lo andino.

“Estas nuevas expresiones musicales convierten en una resultante el problema planteado frente a esa inadecuación entre aquello que quieren expresar y la cultura musical que encuentran los migrantes. Su solución es crear un género nuevo, a lo que han traído le incorporan lo citadino y producen algo nuevo.”[2]



Siguiendo a Hurtado, debemos indicar que la presencia de la música “chicha” y el “nuevo huayno” representan una forma que encuentran los migrantes de expresar su presencia en la urbe. Refleja, dice Hurtado, la cada vez mayor presencia de lo andino dentro de lo urbano y constituye un “renovado aporte en la formación de una identidad nacional y en la lucha por la democratización efectiva de nuetra sociedad.”[3]

El autor, además, cita a Carlos Degregori, quien considera que la difusión de estas nuevas expresiones musicales representan la construcción de una nación a partir de lo andino, pero siempre dentro de un contexto de desarrollo capitalista.[4] En esta confrontación, lo occidental es lo que parece primar, en gran medida, explica Hurtado, porque tiene a su favor a los medios de comunicación.

En resumen, lo que Wilfredo Hurtado está tratando de explicar es que estas nuevas expresiones culturales reflejan, por un lado, la cada vez más constante presencia de lo andino dentro de lo urbano, y, por otro lado, representa un medio por el cual los jóvenes migrantes pueden expresar sus vivencias, sus experiencias y los sentimientos producidos por este encuentro entre lo urbano y lo andino. Es por eso que los temas más recurrentes dentro de estos géneros musicales son precisamente los sentimientos de rechazo y frustración, marginación, la pobreza urbana, el desempleo, la nostalgia, el alcoholismo, etc.

Así, Dina Páucar, a través de su música, recoge las vicisitudes y sentimientos de miles de jóvenes que encuentran en la música tal vez el único medio para expresar sus interioridades. Estamos, entonces, ante un segundo nivel de identificación, junto a las experiencias vivenciales, la música.

Convertir estos dos niveles en un producto audiovisual constituía prácticamente un éxito asegurado. Aún más si consideramos que dicha conversión genera un tercer nivel de identificación. Se trata de la aparición de personajes, de actores, que suelen ser vistos siempre como modelos de vida. Dina Páucar, al aparecer en televisión, se convirtió nuevamente, pero de una manera distinta, en un ícono para las miles de personas que vieron la serie.


Carlos Monsiváis, en su análisis del cine mexicano, plantea argumentos interesantes que pueden servir para explicar este último punto sobre la serie. Él dice precisamente que el cine, a través de sus actores “distribuye modelos de vida o de sensualidad que se acatan en forma casi unánime, se reconozca esto o no”.[5] Lo que el autor está tratando de explicar es que el cine vende modelos, que pueden ser asumidos o con los que uno se puede identificar. A esto se debe en cierta medida el éxito del cine mexicano. EL público reconoce las vestimentas, los paisajes, los personajes arquetípicos y se siente de alguna manera identificado y representado.

Podríamos inferir que lo mismo ocurre con la miniserie que estamos analizando. Hemos ya mencionado como los provincianos migrantes se sienten identificados con la vida de Dina, pero debemos entender que esa identificación se produce a un nivel aún mayor al ver esas vivencias en televisión.


Vivimos en una época marcada por la supremacía de la imagen y de los medios de comunicación masiva. No es difícil deducir la importancia que puede tener para el imaginario colectivo encontrarse con una serie que refleje de principio a fin las experiencias de una joven provinciana que viene a lima en busca de oportunidades. Se trata de una necesidad de reconocimiento que se ve por fin satisfecha. El público en general, se reconoce en los paisajes, en los diálogos, en las vestimentas, en las situaciones mismas, en los mercados, los pueblos jóvenes, los conciertos “chicha”, etc. La miniserie, independientemente de a quién pertenezca la historia que se está representando, lo que está haciendo es recoger símbolos con los cuales el público en general cree un vínculo directo. Y esto se da gracias a que, tal vez porque se trata de una historia real, narra hechos que reflejan de manera exacta cómo es nuestra sociedad, sin ningún tipo de estandarización de acuerdo a cánones internacionales.

El autor explica que el cine latinoamericano recoge la representación que Hollywood deja de lado, pues recién en las películas latinas es que el público se identifica con la forma de hablar, de mirar, de moverse, y de tratar a los semejantes. Monsiváis afirma por eso que lo internacional se vislumbra, pero lo propio se mimetiza con el diálogo estrecho del producto cultural y el público. Éste es sin duda el tercer nivel de identificación entre Dina Páucar y el público, con la diferencia que, como ya lo hemos expresado, este último nivel se alcanza solamente una vez que la vida de esta cantante se convierte en producto audiovisual. Y se da, además, independientemente de Dina Páucar. Lo que importa a este nivel es que los sectores populares encuentran un producto que pareciera por fin reconocerles su existencia, su derecho a formar parte de la sociedad y por ende de las manifestaciones culturales de la misma. Es por eso que la serie alcanza tanto éxito, por recoger sectores tradicionalmente marginados. Es lo mismo que sucedió años atrás con novelas como “Los de arriba y los de abajo”, o posteriormente con las series del canal 2, que parecen ir más de acuerdo con nuestras realidades, como ya hemos mencionado, por los diálogos, vestimentas y ambientaciones.


En una línea similar a la planteada discurren los trabajos de Jesús Martín-Barbero y Romeo Grompone. El primero explica, al igual que Monsiváis, que el público ve en el cine la posibilidad de sentirse identificado y de ver reiterados códigos de costumbres. “El cine va a conectar con el hambre de las masas por hacerse visibles socialmente”.[6]

Otro punto importante con relación a este autor, está dado por lo referente a la música. Martín-barbero habla específicamente de la música negra brasileña, pero utiliza argumentos que pueden servir para nuestro caso. Lo que se da en Brasil es una forma de incorporar culturalmente lo popular, y esto, según el autor ocurre en dos momentos: la incorporación social y la legitimización cultural. Se trataba de encontrar una expresión musical con base popular que refleje la variedad de clases sociales presentes en el territorio. Se buscaba una síntesis entre lo mejor del folklore y lo mejor de la tradición popular.

Es algo similar a lo que ocurre con la música popular peruana, solo que aquí se da de manera natural. Poco a poco se va reconociendo el derecho a “existir” de clases y sectores tradicionalmente marginados. Esto se da no tanto por una estrategia política o nacionalista, sino por un proceso cultural natural. Los “nuevos limeños”, por ejemplo, se han abierto espacios en sectores económicos, o en expresiones culturales como la música. El nuevo huayno y la música chicha, como ya hemos visto, son expresiones de ese encuentro entre lo rural y lo andino y reconocer su valor musical y cultural es una forma de incorporar a esos sectores marginados. Lo que se da con productos como “Dina Páucar, la lucha por un sueño”, es precisamente la incorporación social de dichos sectores y la legitimización cultural de dichas expresiones musicales. Esto, como podemos ver, está en estrecha relación con ese tercer nivel de identificación con el público que mencionamos anteriormente.

Finalmente, Romeo Grompone explica cómo la aparición de nuevos personajes televisivos como la Chola Chabuca son una suerte de reivindicación e identificación con los actores andinos, y que más bien personajes como la Paisana Jacinta parecieran ser una contrapartida creada por grupos que “no pueden o no quieren desprenderse de sus reflejos conservadores” porque “el avance de los sectores andinos les suscita todavía un sentimiento de rechazo”.[7] Esto se refleja en el hecho que, según cuentan las realizadoras de la serie, ningún canal mostró interés inicialmente por el producto y costó mucho trabajo venderla. Como dijimos al comienzo, tal vez si no se llamara Dina Páucar y viniera de México, no hubiera sido tan difícil. Lo importante en todo caso es que, al igual que la Chola Chabuca y cualquier otro ejemplo que se nos pueda ocurrir, Dina Páucar, como personaje televisivo, se convierte también en un modelo de reivindicación del sector migrante, de la llamada clase “pujante”, de aquellos ciudadanos que abandonaron su pueblo natal en busca de las oportunidades que éste no les ofrecía, y que han sido tradicionalmente mal vistos por los habitantes de las grandes ciudades.


Como hemos podido comprobar, el éxito de la miniserie sobre Dina Páucar no es simplemente una consecuencia directa del éxito musical de la cantante, aunque existe una estrecha relación, sino que responde a fenómenos más profundos. A través de este análisis hemos podido deducir que lo que encontramos es una identificación entre Dina y su público que se da a tres niveles. En primer lugar, tenemos la ya mencionada relación con su música, sus letras, que son un reflejo y un medio de expresión de muchos jóvenes que han vivido situaciones similares a ella. Está identificación con su vida representa precisamente el segundo nivel. El público reconoce en ella al símbolo de sus sueños y esperanzas de triunfo en una ciudad extraña y casi ajena para ellos. Finalmente, tenemos una identificación que podríamos llamar mediática. Dina aparece aquí como personaje televisivo y se convierte así no sólo en modelo o ícono, sino, una vez más, en una suerte de reivindicación de los sectores tradicionalmente marginados.


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[1] Hurtado Suárez, Alfredo (1997). La música y los jóvenes de hoy: los hijos de la chicha. Obtenido el 16 de noviembre de 2006 en http://www.cholonautas.edu.pe/

[2] Obra citada. P. 4


[3] Obra citada. P. 6


[4] Citado en Hurtado 1997, p. 8


[5] Monsiváis, Carlos (2000). Aires de Familia. Cultura y Sociedad en América Latina. Barcelona: Anagrama. Capítulo: South of the border, down Mexico’s way. El cine latinoamericano y Hollywood. P. 55


[6] Martín-Barbero, Jesús (1998) De los Medios a las Mediaciones. Santafé de Bogotá: Convenio Andrés Bello. Tercera Parte: Modernidad y massmediación en América Latina. Capítulo 1, Acápite 4: Los medios masivos en la formación de culturas nacionales. P. 227


[7] Grompone, Romeo (1999) Las Nuevas Reglas de Juego: Transformaciones sociales, culturales y políticas en Lima. Lima: IEP. P. 129

domingo, 21 de septiembre de 2008

La piratería en el Perú: ¿problema o necesidad?

(artículo escrito en febrero del 2007 en la PUCP)





En los últimos años hemos visto desfilar por las pantallas de cine y televisión diversas pautas publicitarias defendiendo los derechos de autor y exhortando a los espectadores a no consumir productos ilegales. Es que la piratería es un fenómeno con el que los peruanos nos hemos acostumbrado a convivir, y que ya forma parte de nuestra cotidianeidad.

Según estimaciones oficiales, la piratería causó perdidas de 98,5 millones de dólares en el 20041, y de 98,6 millones en el 20052. Pero, ¿hasta qué punto estas estimaciones son correctas? Que la piratería represente tales cantidades en pérdidas significa necesariamente que sin productos piratas los consumidores comprarían productos originales y esos 98,6 millones se convertirían en ganancias para el Estado. ¿Esto es realmente así? Existen motivos para pensar, no sólo que tales cifras no representan necesariamente un déficit en los ingresos fiscales, sino que la piratería en el Perú más que un problema representa soluciones indispensables. A continuación analizaremos las razones por las cuales este fenómeno se presenta como una alternativa eficaz para los compradores peruanos.

En primer lugar, debemos dejar de lado el hecho de que la piratería constituye un delito. Las leyes así lo estipulan y no podemos hacer nada al respecto. Pero independientemente de eso, la piratería no es otra cosa que una opción más dentro del mercado. Es parte de lo que se suele llamar el sector informal, y, como tal, es una de las ramas de lo que Hernando de Soto reconoce como “un camino de solución al problema del subdesarrollo”3.



En países como el Perú –dice de Soto- el problema no es la economía informal sino el Estado, pues sólo con poder político y económico se puede acceder al privilegio de la legalidad. Dentro de este contexto, la economía marginal se presenta como una verdadera opción, pues ha demostrado ser más productiva en sus empresas y mercados que el propio Estado. Así, la piratería, como parte de este mercado informal, debe ser considerada válida frente a la falta de alternativas legales.

Precisamente, la falta de opciones es el segundo elemento que debemos considerar. Hace algunos años, Daniel F, músico y cantante de la banda Leusemia, la más importante del rock “subterráneo” peruano, dijo en una entrevista que “la piratería es lo único que nos salva de la ignorancia”4. Tal vez pueda parecer exagerado, pero debemos rescatar de esta afirmación un hecho que no podemos pasar por alto: sin la piratería, más de la mitad de la población (los pobres representan el 51,6 %5) perdería totalmente su acceso a la música, al cine, a los libros y al software, y siendo éstos elementos culturales indispensables y, sobre todo los dos últimos, esenciales para la educación, de pronto aquellas declaraciones comienzan a parecer más acertadas.

En efecto, nadie puede negar que la piratería acerca a los consumidores con poco poder adquisitivo a productos que de otra manera estarían completamente fuera de su alcance. El software legal, por ejemplo, no sólo tiene un precio muy elevado, sino que resulta difícil conseguir información sobre licencias, incluso para personas con acceso a Internet (visitamos la página de Microsoft, por ejemplo, sin poder conseguir los precios de licenciamiento). La preventa de la nueva versión de Office, comprándola a través de Internet, cuesta 139.99 dólares6. En otras palabras, ese software estaría costando casi la mitad de lo que cuesta una computadora nueva en las galerías Wilson (las cuales constituyen el principal punto de venta de computadoras, hardware y software pirata en Lima). Si a esto le agregamos la necesidad de los estudiantes, especialmente universitarios, de conseguir libros actualizados, que en muchos casos resultan inaccesibles, ya sea por el precio o por la falta de disponibilidad, la piratería resulta siendo una vez más la única opción viable para millones de peruanos.



El precio es, como vemos, un factor determinante para el comprador al momento de elegir un producto ilegal. Resulta curioso, por eso, que, al menos en el caso de la música, aquellos que participan más activamente en las campañas contra la piratería, sean aquellos músicos, que poco han hecho para reducir sus precios. El citado Daniel F, junto a otros abanderados músicos subterráneos como Rafo Ráez, así como las bandas nuevas de la misma corriente, suelen vender sus discos en precios que van por lo general entre los quince y veinte soles, sin que eso signifique menos ventas (en diciembre de 2004, la banda Leusemia lanzó su disco “Hospicios” a un precio de diez soles, superando las diez mil copias vendidas sólo en la primera semana)7. Algunas bandas de la rama “comercial”, como Libido o TK, buscaron estrategias similares, vendiendo sus discos a quince soles y distribuyéndolos incluso en quioscos de periódicos.

Sin embargo, bandas como Mar de Copas, a cuya agrupación pertenece Manolo Barrios, uno de los principales voceros de la antipiratería, acostumbran cobrar 27 soles por disco8, y las entradas a sus conciertos pueden llegar a costar treinta y cinco soles. No se les puede culpar por eso, es su negocio y funciona de acuerdo a las leyes del mercado. Pero, por lo mismo, tampoco se puede culpar a los compradores, que valiéndose de las mismas reglas, prefieren pagar tres soles por disco. De todas maneras, algo deben agradecer las bandas de ambas corrientes a la piratería: la publicidad y distribución de su música. De esta forma, las verdaderas ganancias están representadas por las presentaciones en vivo. Los artistas de música vernacular, como Dina Páucar, por ejemplo, concentran todo su esfuerzo comercial en los conciertos y en la venta de bebidas alcohólicas en los mismos, obteniendo importantes ingresos que sí les permiten vivir de la música. Paradójicamente, puede resultar más difícil de lo pensado conseguir discos originales de estos artistas, pues es a través de la piratería que se distribuye su música y se dan a conocer.

Finalmente, los detractores de la piratería acusan a ésta de haber acabado con importantes empresas como Blockbuster. Es importante notar que si una transnacional tan importante como la nombrada no se pudo hacer un lugar en el mercado peruano se debe principalmente a los mismos problemas citados anteriormente, y no se le puede echar la culpa a nadie más que a ellos mismos, que no supieron diseñar una estrategia de posicionamiento en el mercado que tomara en cuenta la realidad de ese mercado que se pretendía penetrar. No cualquiera podía darse el lujo de alquilar una película, de pagar quince soles por un video que sólo podía retener por dos días, y mucho menos pagar treinta o cuarenta dólares por un DVD original de los que se ofrecían ahí. A esto, además, hay que sumarle el hecho de que la oferta de títulos era muy limitada. La otra alternativa era la compra por Internet – a la que no todos tienen acceso- a un precio de aproximadamente doce dólares, sin contar gastos de envío. Nuevamente, el precio de tres soles ofrecido por el mercado pirata resultaba más tentador.



La quiebra de Blockbuster se produce, según Luis Lama, columnista de la revista Caretas, porque “no supo adaptar su oferta a la evolución del mercado”. Cuando llegaron al Perú, la piratería ya existía, tal vez no en las dimensiones actuales, pero se podía acceder fácilmente a sus productos. Entraron a nuestro mercado a competir con la piratería –su único competidor importante, además- y en ese juego de ofertas y demandas, perdieron. El mismo Lama lanza una afirmación que bien podría servirnos de conclusión: “hoy es prácticamente imposible eliminar la piratería, cuando no hay nada que permita contrarrestarla”.

Como vemos, al no haberse producido ningún intento audaz e inteligente para contrarrestar los problemas típicos de sociedades con poco poder adquisitivo como la nuestra, la piratería se presenta como una opción totalmente válida dentro del mercado de productos. El excesivo precio de los productos originales, y la falta de políticas de Estado, permitieron la aparición de un fenómeno que poco a poco se fue convirtiendo en un medio indispensable para muchos consumidores, sobre todo teniendo en cuenta la necesidad de la población de acceder a productos culturales y educacionales, la falta de alternativas reales y la poca iniciativa de sus competidores. Y, de otro lado, se convirtió en una fuente de ingresos para un importante sector de la población, el de la economía informal, que encontró en esta actividad la posibilidad de un subempleo ante la imposibilidad de la economía formal de incorporarlos.

La piratería, muy aparte de que constituya un delito, se presenta así como la posibilidad de acceder a productos que comúnmente estarían negados a la mayoría de peruanos, y en fuente de ingresos para otros miles. Fueron sus mismos detractores, los productores legales y el Estado, los que crearon la necesidad de recurrir a este medio, y son ellos los que deben empezar a reconocer cierta validez en este fenómeno, para poder plantear soluciones que resulten verdaderamente eficaces.

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1 RPP Noticias.
2005 “Perú: piratería deja pérdidas por US$ 98.5 millones en el 2004”. [en línea] RPP Noticias. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://www.rpp.com.pe/portada/nacional/7789_1.php>

2 RPP Noticias
2006 “Piratería provocó pérdidas en Perú por más de USD 98 millones”. [en línea] RPP Noticias. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://www.rpp.com.pe/portada/economia/50405_1.php>

3 DE SOTO, Hernando. El Otro Sendero

4 2005 “Por los 20 años” entrevista a Daniel F. [en línea] Un Lugar. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://leusemia.almadark.com/2005/09/09/por-los-20-anos>

5 INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA E INFORMÁTICA (INEI)
2005 “Pobreza se reduce en los últimos cuatro años”. [en línea] INEI. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://www.inei.gob.pe/web/NotaPrensa/Attach/6001.pdf>

6 AMAZON.COM
Consultado el 21 de enero de 2007. <
http://www.amazon.com/gp/product/B000HCZ8EO/ref=amb_link_4115712_2/002-4090234-8068027>

7 VADILLO VILA, José.
2005 “Pogo sinfónico”. [en línea] Diario Oficial el Peruano, Viernes 18 de febrero de 2005. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://www.elperuano.com.pe/edc/2005/02/18/spt_.asp>

8 GJ RECORDS
Lista de Precios de CDs. Consultado el 21 de enero de 2007.
<
http://www.jgrecods.tk/>

miércoles, 23 de abril de 2008

Satriani, Megadeth,... ¿vendrán?

La semana pasada me encontré con la noticia de que dos gigantes del rock mundial estarían llegando a Lima en los meses de junio y agosto. Se trata de Joe Satriani, uno de los mejores guitarristas del mundo, y Megadeth, la hermana bastarda de Metallica, una de los "Big Four" del trash metal (léase, Anthrax, Metallica, Slayer y Megadeth).

Sin embargo, debo reconocer que la auspiciosa noticia no me emocionó tanto como, imagino, hubiera sucedido hace algunos meses. La razón, muy a parte de que nunca fui demasiado fanatico de Mustaine y compañía, es simplemente que ya no se puede saber qué conciertos llegarán finalmente a realizarse.


El antecedente más reciente es el del 13 de abril. Justo la misma semana en la que me enteraba de estos dos conciertos, debían realizarse otros dos, el de Mägo de Oz de España y el de New York Dolls. Cuando los hinchas del rock y del metal empezaban a dividirse y repartirse entre los dos conciertos (que estaban programados para el mismo día), comenzaron los problemas. Las entradas para NYDolls no tenían cuando ponerse en venta, mientras que las de Mägo, comenzaron a venderse en una cadena de librerías. Pero no duró, calculo, más de una semana. Recuerdo haber ido a comprar las entradas justo el día en que la productora PopArt Perú anunciaba la suspensión del concierto, por un acuerdo de ambas partes, pero aseguraban que el concierto se realizaría de todas maneras. Estaban (o están) tan seguros de que así será, que ofrecieron a quienes habían ya comprado las entradas, la posibilidad de la devolución del dinero, o el canje por una entrada mayor en la nueva fecha. Aún sigo esperando que confirmen cuándo se realizará el concierto. En el caso de NYDolls, los productores (que nunca supe quiénes eran) tuvieron la suerte de no haber puesto las entradas a la venta, por lo que la cancelación del concierto pasó desapercibida.



Pero creo que todos sabemos que esos son sólo dos ejemplos. Hay muchos más que podríamos nombrar. Así que me pareció interesante hacer un pequeño recorrido por los casos más recordados. Luego me pareció aún más interesante hacerlo de memoria que buscando la información. A ver qué sale...


Los que cancelaron


El antecedente más antiguo que puedo recordar es el de Bon Jovi y Faith No More. Era muy chico como para recordar y aún más para saber si de verdad estaban programados o fueron solo rumores, pero en todo caso, fueron muy fuertes. Era principios de los 90, y en el Perú todavía se vivía el terror de Sendero Luminoso. Si no me equivoco, fue esa la excusa que se dio para la cancelación del concierto. El Perú era un país muy peligroso para este tipo de espectáculos, por lo que los artistas decidieron saltarnos y continuar su gira en otros lares. Supongo que no podemos culparlos.

Algún tiempo después, Lima fue sacudida por el anuncio de la visita del "Rey del Pop", Michael Jackson. Era la época del "Pepsi lo trae" y donde lo más cerca que podíamos estar de ver en concierto a grandes artistas, eran las proyecciones en pantalla gigante que auspicia Chiclets Adams (¿o me equivoco?). Creo que en este caso las entradas llegaron a estar a la venta.Pero las manías y fobias del señor Jackson hicieron que nos dejara plantados por tercermundistas. Era demasiado peligroso para su salud venir al Perú. Al menos eso es lo que yo recuerdo. Era la época en que el "divo" andaba con su máscara antigas y tapado de pies a cabeza. Sea como sea, el hecho es que no vino.

Hay un antecedente mucho más famoso y más antiguo, pero yo no lo viví. Estos son los más antiguos que recuerdo haber oído. Sin embargo, conozco la historia de ese concierto. me estoy refiriendo, por supuesto, a la primera venida de Carlos Santana, tal vez el concierto cancelado más grande de la historia de la escena limeña. Era 1969, y Santana no era un viejo que venía a dar un concierto para nostálgicos. Era el mismo joven que acababa de brillar y hacer historia nada menos que en Woodstock, y venía al Perú en pleno apogeo. Pero la política se interpuso en su camino. Santana era demasiado peligroso para los intereses del régimen comunista del General Velazco, y el concierto programado en el estadio de la Universidad San Marcos, con todas las entradas agotadas, fue cancelado. Santana vino con su banda y fue detenido en el Aeropuerto, y, acusado de inmoral, fue obligado a marcharse. Felizmente regresó. Unos treinta años después, pero volvió. Y muchos tíos, jóvenes de aquellos años, pudieron sacarse el clavo.

Y quién no se acuerda de Rod Stewart. Espero sinceramente que nadie. Fue hace seis o siete años. Todo estaba listo para que Rod hiciera desbordar el Estadio Nacional. Pero su concierto en México fue cancelado por problemas monetarios y eso obligó a "reestructurar toda la gira". Luego se rumoreaba la cancelación en Argentina, y posteriormente se confirmó la cancelación del concierto en Perú, dejando plantados a más de 35 mil personas. No llegó ni siquiera a presentarse en Viña del mar, que si no me equivoco, fue la primera plaza confirmada. Hubo todo un lío posterior sobre la devolución de las entradas, pues los productores juraban que en máximo un mes se confirmaría la nueva fecha. La verdad no la sé, pero no recuerdo que hayan devuelto el dinero, y por supuesto, nunca hubo una nueva fecha.

Hace un año o dos hubo un festival, pero de conciertos cancelados. No sé por qué, pero coincidieron varios eventos que no llegaron a realizarse. Entre ellos, destaca Ziggy Marley, quien vino a rendirle un tributo a su padre, y cuyo concierto fue cancelado el mismo día. Recuerdo que ese día llegué a mi casa (a unas dos cuadras de donde iba a realizarse el espectáculo) y la cantidad de gente que había llegado era impresionante. Pero apenas unas horas después, vi como esa marea de gente se retiraba lentamente. Por supuesto por mi ventana no se había filtrado ningún acorde del buen Bob. Luego me enteré que Defensa Civil había catalogado el evento de alto riesgo, pues el local (el Estadio Unión) no cumplía con las normas de seguridad. Y seamos honestos, el Estadio Unión es un mar de polvo, definitivamente no cumple con las medidas. ¿Pero se dieron cuenta de eso el mismo día? Ese concierto estuvo programado meses antes y recién ese día se dieron cuenta de que el Estadio no servía.


Otro evento de esa misma oleada fue el concierto de NoFx, toda una leyenda del punk californiano. La escena punk mueve mucha gente en Lima, por lo que puedo imaginar la cantidad de muchachos que esperaban con ansias ese concierto y que hicieron una larga cola a las afueras del monumental. Pero la alegría no les duró toda la noche. También ese mismo día, mientras hacían fila esperando que les abrieran la puerta, les avisaron que el concierto había sido suspendido por problemas con los permisos municipales. De nuevo, la misma pregunta, ¿recién ese día les negaron el permiso? ¿recién ese día se dieron cuenta que no tenían permiso? ¿recién ese día se dieron cuenta en la Municipalidad de que no era oportuno realizar el concierto? A la gente que estaba esperando les dijeron que regresen al día siguiente, que el concierto se realizaba de todas maneras. Por supuesto, no todos volvieron, pero algunos sí lo hicieron, solo para encontrar que ya habían desarmado el escenario y los organizadores se habían esfumado. No sé que pasó con la devolución de las entradas. Lo único que supe es que la banda, que sí llegó a pisar suelo peruano, realizó un pequeño concierto acústico, para consolar a los cientos de seguidores que se quedaron con las ganas.

El último que se me viene a la mente, sin contar los ya mencionados de Mägo y NYD, es el de Rhapsody of Fire (más conocidos simplemente como Rhapsody). La legendaria banda de Metal Sinfónico iba a presentarse en Lima en diciembre del año pasado, como parte de su gira sudamericana. Creo que como nunca, en este caso, el único concierto confirmado era el de Lima, porque poco a poco se fueron cayendo las otras fechas y el concierto en Perú tuvo que ser cancelado, pues la gira no iba más. En este caso, se llegó a anunciar la venta de entradas en TuEntrada, pero creo que no llegaron a venderse. Nuevamente nos quedamos con las ganas.



Este año ya han cancelado, junto a Mägo de Oz y New York Dolls, Sepultura (quienes al menos ya estuvieron antes en Lima), L. A. Guns (con Tracii Guns, incluido) y Faster Pussycats.


Los que sí vinieron


Felizmente, no todo han sido malas noticias. Algunos artistas importantes sí llegaron a tocar en nuestra ciudad. Claro, muchos de ellos lo hicieron cuando su época de gloria ya había pasado hace varios años. Un brevísimo repaso de las grandes bandas que sí llegaron a presentarse en suelo peruano, algunas de lao más emblemáticos espectáculos que podamos recordar (en el orden en que se me vienen a la mente):



Anthrax, Yes, Santana, Alanis Morissette, Björk, Roger Waters, Misfits con Marky Ramone, Mxpx, Riders of the Storms, Roxette, Toto, Jethro Tull, Collective Soul, Steve Adler, Paul Di'Anno, Rata Blanca, Exodus, Kreator, Timo Kotipelto, Brian Adams, Soda Stereo, 2 ', Angra, Moenia, Sepultura, Sonata Arctica, Mikel Erenxtum, A Flog of Seagulls, Napalm Death, entre otros que ahora se me escapan.

La escena limeña que sí suele tener buenos conciertos es la electrónica. Por acá han pasado los mejores Dj's del mundo y han, incluso, regresado: Mauro Picotto, Cattaneo, Oackenfold, Van Dyk, Tatana, Sasha,...


Los que se supone sí vendrán

Si todo sale bien, o mejor dicho, si nada sale mal, estos son los conciertos que se realizarán en nuestra capital:

- White Lion debe estar tocando hoy, al menos sé que sí han venido
- El 27 habría una presentación acústica de Kris Roe, vocalista de The Ataris
- El 30 de abril, deben tocar Helloween con Gamma Ray
- Para mayo está programado que venga Whitesnake con su cantante original, David Coverdale (ex Deep Purple), pero, obviamente sin Steve Vai
- El 6 de junio es la fecha en que Dave Mustaine y los Megadeth supuestamente nos brindarán uno de los conciertos más importantes en la historia del metal peruano (junto con el de Anthrax)
- Ese mismo día se presentaría el británico Wayne Hussey
- Se habló de Overkill también para ese mes
- Para agosto (se dijo el 3, luego el 5) debe estar programado el concierto de Joe Satriani, otro día histórico
- Para ese mes también está anunciado el festival "Lost 80" con When in Rome, Gene Loves Jezebel, y Real Life

También están anunciados un festival electrónico del famoso club de Manchester "The Hacienda"; además, un festival de música urbana que incluye a Sean Paul, Daddy Yankee y Tego Calderón. También se rumorea la presencia en Lima de Orishas, Panda y Café Tacuba.

Los "mitos urbanos" y demás rumores


Durante nuestra época de mayor sequía, se solía especular con artistas que supuestamente llegarían a Lima. Está de más decir que nunca lo hicieron. El más recurrente de ellos era Red Hot Chili Peppers, quienes si los rumores hubieran sido ciertos, habrían venido por lo menos unas cuatro veces. Era casi tan fuerte esta idea como el inexplicable rumor de que Anthony Kiedis había muerto (hasta ahora no sé de dónde salió eso). Recuerdo haber leído que Jorge Ferrand anunciaba que en su oficina tenía los fax de U2 y RHCP, quienes prácticamente rogaban por conseguir una plaza en el Perú para sus respectivas giras, pero que la falta de auspiciadores y los excesivos impuestos hacían imposible su llegada. No dudo que sea verdad.

Recuerdo, por ejemplo, hace algunos años que en la página web de Fatboy Slim suplicaban que alguien ayude a organizar un concierto en Lima, hasta dieron la fecha que tenían reservada para tocar acá. Por supuesto, ninguna productora pudo hacerse cargo y finalmente, dice la leyenda, terminó tocando en un concierto privado para una cervecera en una playa del sur.

Otros que iban a llegar a Lima eran los Guns 'n' Roses, casi en la misma época en que Bon Jovi y Faith No More nos habían cancelado. Ellos efectivamente estuvieron en Lima, pero de pasadita nomás. Lo único que conocieron de Perú Axl y compañía fue el aeropuerto Jorge Chávez, donde hicieron escala para ir a Argentina. Lo mismo sucedió con Aerosmith, de quienes este año se rumoreaba llegarían a Lima. Y llegaron, pero también de paso.

Así como con Fatboy Slim, hay otras bandas que crearon mitos sobre su presencia en Lima. El más famoso caso es el de Yeah Yeah Yeahs. La leyenda cuenta que un día se encontraban bohemiando en "El Averno" y de pronto se subieron al escenario y tocaron algunos de sus temas (me pregunto cuántos los habrán reconocido). También es famosa la anécdota de los Misfits comiendo pollo en el Norkys de Garzón.

Los rumores de este año apuntaban a bandas de todo tipo. Los que se escucharon (y aún suenan por ahí) con más fuerza fueron Rush, The Cure, Smashing Pumpkins y Radiohead. en algún momento se especuló con Dream Theater y Iron Maiden, pero lamentablemente ninguna de las dos nos incluyó en su gira. Una radio anunció hace unos meses que Linkin Park tocaría en lima en mayo, pero hasta ahora nada. Lo de The Cure supuestamente ya era un hecho para agosto o setiembre, veremos si se hace realidad.



En fin, la historia de los conciertos en Lima puede ser divertida o molesta, dependiendo del enfoque que se le de. Lo único que esperamos es que si nos van a soltar la bomba de dos conciertazos como el de Megadeth y Joe Satriani, háganlos realidad. No pretendía con este artículo criticar a nadie. Sé que los responsables han sido distintos en cada caso. Desde municipalidades, productoras, managers, o los mismos artistas. Pero lo cierto es que en el Perú existe la mala costumbre de anunciar buenos conciertos para luego "desanunciarlos". Eso sumado al hecho de que muy pocos artistas "del momento" vienen a Lima, hace que sintamos una gran frustración como fanáticos.

Así que esperemos que Satrini y Mustaine lleguen a Lima y hagan felices a sus hinchas. Y, por favor, CONFIRMEN LA NUEVA FECHA PARA MÄGO DE OZ!!